"It is not the answer that enlightens, but the question."
Eugene Ionesco.

lunes, 26 de noviembre de 2012

El Cine en España ¿crisis o burbuja?

En los últimos diez años, la afluencia al cine en España ha caído nada menos que un 33% (en el año 2011 se vendieron 48 millones de entradas menos que en el 2001). En el mismo periodo, la habitualmente estancada población española se ha incrementado en más de 5 millones de personas, en gran medida fruto de la ola de inmigrantes que vinieron atraídos por el fuerte crecimiento económico y la gran oferta de empleo. En los últimos 4 años, sin embargo, España ha dicho adiós al espejismo de la expansión económica permanente y de la prosperidad universal. El desplome del mercado cinematográfico, sin embargo, tiene poco que ver con el fantasma de la actual crisis. En realidad, mientras la economía crecía y abríamos nuestras fronteras, la venta de entradas de cine no dejó de caer.
La gente va menos al cine que hace diez años, eso está claro. Y es más que probable que la reciente subida del IVA en la entrada de cine contribuya un poco más a que el español medio haga sus propios recortes en el gasto dedicado a disfrutar de una película en una sala. Pero todo esto no es más que la gota que colma el vaso de un sector que va viendo cómo su negocio se esfuma año tras año. Como puede verse en el gráfico siguiente, mientras el consumo privado crecía en España a tasas más que respetables, no era en acudir al cine con mayor frecuencia en lo que los españoles decidíamos gastarnos nuestro dinero.
A pesar de la reciente subida del IVA, cosa que no ha ayudado demasiado a fomentar la audiencia, no debemos cegarnos: la crisis viene de lejos y poco tiene que ver con que ahora tengamos menos dinero en el bolsillo, sino más bien con la multiplicación de las opciones de ocio y, una vez más, con los efectos de los profundos cambios tecnológicos que estamos viviendo. En este sentido, se viene señalando a la piratería como casi exclusivo culpable de la crisis de los cines, pero yo disiento. Si bien es cierto que España es uno de los países que aparece siempre entre los primeros puestos en todos los rankings de piratería digital (en algo teníamos que ser los primeros…), la menor afluencia a los cines no es sólo un hecho propio de éste país. En el siguiente gráfico puede observarse cómo la tendencia en la meca del cine (Estados Unidos), con tasas de piratería altas, pero no tanto, es bastante similar.
Como en todo drama, el mal no sólo tiene una causa, por mucho que nos intenten imponer visiones reduccionistas con fines interesados. Ni el Gobierno ha matado el cine (ya estaba muy malito) ni la piratería ha hecho otra cosa que fortalecer una tendencia imparable. Sencillamente, y como se estudia en microeconomía, la aparición de productos sustitutivos, como en su momento ocurrió con la popularización de la televisión en los 50, cambia las reglas de juego que existían, no quedando otra salida que adaptarse a la nueva competencia o sucumbir ante ella. Y en este momento podemos preguntarnos qué ha hecho el sector de la exhibición cinematográfica para adaptarse a los trascendentales cambios que han acaecido y que están minando su negocio.
En todo proceso de adaptación suelen producirse modificaciones estructurales (reconversión sectorial) y coyunturales (tácticas comerciales y promocionales) en busca del equilibrio perdido. Efectivamente, en estos diez últimos años, ha tenido lugar un proceso de reconversión de la exhibición en el que hemos sido testigos del cierre de multitud de cines con una o unas pocas salas, habitualmente ubicados en el centro de las ciudades, y la apertura de nuevos multiplex y megaplex (complejos de muchas salas que incorporan, además, actividades de hostelería), situados en modernos centros comerciales del extrarradio. En principio, nada muy diferente de lo ocurrido en otros países y, en principio, una maniobra empresarial más que lógica que responde a la necesidad de incrementar la eficiencia del negocio. Sin embargo, como puede apreciarse en el siguiente gráfico, el proceso de reconversión en España también ha estado “dopado” por el mal del ladrillo que hemos sufrido estos años.
Hasta el año 2006, el número de pantallas en España crece extraordinariamente. En apenas 5 años, el mercado había perdido ya un 13% de espectadores, mientras que el número de pantallas se había incrementado en un 16%. ¿Falta de realismo? Quizá, pero… ¿conoce algún centro comercial construido en la época sin su complejo de cines? Conclusión: el sector ha tardado más de la cuenta en reconocer las tendencias negativas y la reconversión ha estado adulterada con factores exógenos de sobra conocidos. Parece claro que la segunda fase de este proceso de adaptación aún no ha concluido y sólo puede pasar por el cierre de muchas más pantallas.
Como decíamos, hay un segundo aspecto, cuyuntural, propio de toda crisis de productos sustitutivos, que suele implicar la bajada de precios del producto atacado, con el fin de ser más atractivo y mantener el nivel de ventas. Lo que quiero decir es que lo esperable hubiera sido una bajada de precios del cine para intentar atraer al público y contrarrestar otras ofertas de ocio. Pues bien, paradójicamente, hasta 2011 el sector no sólo ha hecho todo lo contrario (subir los precios), como puede verse en el gráfico siguiente, sino que además lo ha hecho por encima de la inflación general. La explicación a esto, una vez más, es posible que tenga que ver con la necesidad de amortizar las fuertes inversiones acometidas en la construcción de los nuevos complejos de ocio.
El diagnóstico parece bastante evidente, a la luz de los datos aquí expuestos: el sector parece aquejado por una larga crisis de demanda, probablemente motivada por la aparición de nuevas alternativas de ocio (la piratería, aunque ilegal, no deja de ser un sustitutivo más) derivadas de los cambios tecnológicos de los últimos años. La respuesta adaptativa, al menos en España, ha sido muy lenta y está contaminada por los efectos nocivos de la burbuja inmobiliaria.
No tengo ninguna duda de que el cine sobrevivirá a esta crisis (como ya sobrevivió al nacimiento de la televisión), pero aún queda un largo trecho para ver el final del túnel: el sector está instalado en mitad de una reconversión y sólo recientemente se han empezado a apreciar cambios relevantes en la flexibilización de sus modelos de negocio y en la aplicación tácticas comerciales más agresivas.
Decía la canción de Aute que “los sueños, cine son”, pero parece haber llegado el momento en el que el cine en España debe salir por fin de su largo sueño.

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