Primer hecho: hace unos días, la
Junta Electoral Central decretó la retirada de la campaña institucional de la Generalitat de Cataluña destinada a animar a la ciudadanía a ejercer su derecho
al voto para las próximas elecciones al parlamento autonómico el próximo día 25.
Según lo que se desprende de la resolución de la Junta, la campaña parecía
sugerir, con sus imágenes, cierta opción de voto. Sin entrar en el fondo de la
cuestión de si la prohibición es justa o no (nada más lejos de mi intención que
escribir un blog político), lo que parece evidente es que, si bien en otros
tiempos esta medida hubiera resultado plenamente efectiva para hacer
desaparecer el mensaje proscrito, esos tiempos ya han quedado bastante lejos.
Basta con buscar el vídeo en Youtube, y el antes omnímodo poder de la Junta
Electoral Central y toda la potencia de la legislación electoral, se disuelven
como un azucarillo en un vaso de agua. Y esto no es nuevo, famosos son casos
como el de la rueda de prensa de Sarkozy, en aparente estado de embriaguez,
cuya difusión fue incapaz de detener ni todo el poder de la República Francesa.
No me cabe la menor duda de que Internet y los nuevos medios han expandido las
libertades de los ciudadanos; y por primera vez en la Historia, no se trata ni
de una conquista fruto de una revolución social ni de una cesión pacífica por
parte del Estado: sencillamente, el control de las mismas por parte de los
gobiernos no es sencillo en absoluto. Pero toda facultad entraña una responsabilidad
que debemos asumir. Y, en última instancia, no hay otra manera que la de educar
en el civismo.
Segundo hecho: el pasado fin de
semana, cuatro jóvenes perdieron la vida en un concierto de música electrónica
en Madrid, durante la fiesta de Halloween, debido a una avalancha humana. Las
filtraciones de la investigación parecen indicar la existencia de numerosas
irregularidades (siempre suele ser así; raramente hay un solo factor). Recuerdo
haber visto algunas imágenes de un hecho bastante similar: la desgracia de la
discoteca Alcalá 20 de Madrid, allá por el año 1983. Sin embargo, en aquel caso
se trataba de imágenes profesionales de un momento en el que todo había ocurrido
ya. En la tragedia de este fin de semana, sin embargo, hay cientos de vídeos de
los propios testigos, documentos sin precio sobre lo que realmente ocurrió esa
noche y que, seguro, servirán como pruebas para determinar la responsabilidad
de estos hechos puesto que hoy día, casi todos llevamos una cámara en el
bolsillo capaz de difundir imágenes en directo o de manera casi inmediata.
Tampoco es muy difícil recordar otras ocasiones donde esta ventaja tecnológica se
ha usado con fines no tan dignos de elogio.
Y estos son los indicios del
progreso: nada es bueno ni malo per se, sino que depende del uso que sepamos
darle. Dicho esto, siempre preferiré tener la capacidad de poder elegir.
First
fact: a few days ago, the General Electoral Board banned the institutional campaign promoted by the regional government of Catalonia aimed to stimulate
voting for the coming regional elections. According to the Board’s resolution,
this campaign seemed to suggest a certain political choice. Refraining from
entering the heart of the matter (nothing would interest me less than writing a
political blog), what is clear is that those days when this sort of measures
were really effective are long gone. We only need to search the video onYoutube to realize how outdated is the electoral law and the once absolute
power of the General Electoral Board. What’s more, this is nothing really new:
just remember the famous video of the press conference of an apparently inebriate Nicolas Sarkozy. Not even all the power of the French Republic was capable to
detain the images’ viral spreading. I have no doubt that the Internet and new
media have expanded citizen’s freedom; and for the first time in History, this
conquest is not the fruit of a social revolution or a government’s pacific
devolution : it is simply that control by governments is far from easy. But every
faculty involves a certain degree of responsibility we must assume. At the end
of the day there is no other option than civic education.
Second
fact: last weekend, four young girls tragically lost their lives in a crowd
crush during a Halloween concert of electronic music. As it has been leaked, a
number of irregularities could have caused the tragedy. I recall having seen
some images of the very similar accident of Alcalá 20 discotheque in 1983 when
81 people died. Those were professional images of a moment when everything had
already happened. In last weekend’s tragedy there are hundreds of videos
recorded by real witnesses, valuable documents about what really happened that
night that would serve as evidence to assess responsibilities. And all that
thanks to the technology that enable us to almost immediately broadcast
anything with the only help of our smartphones. We don’t need to recall all
those moments when this technologic advantage was used for other not so laudable
aims.
And these
are the hints of progress: nothing is good or bad per se, but mostly depends of
how we use it. And having said that, I’ll always prefer to have the opportunity
to make a choice.
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