"It is not the answer that enlightens, but the question."
Eugene Ionesco.

martes, 21 de enero de 2014

Vértice 360, noticias al borde del abismo


No conozco a nadie que no haya experimentado nunca esa desagradable sensación en el estómago que se produce al pasear por el borde de algún lugar peligroso, ya sea una altura pronunciada o el andén del metro, a la vez que un pensamiento ominoso se adueña de la mente por un instante, una especie de incertidumbre sobre si se acabará o no cayendo al vacío. Los psiquiatras lo llaman fobia de impulsos y, al parecer, no es más que una manifestación de nuestro miedo a perder el control. Me pregunto, no obstante, si la sensación será parecida a la que alguien puede tener cuando sabe, casi con toda certeza, que la caída es inevitable.

El pasado viernes 17 de enero por la tarde, Vértice 360 publicaba un nuevo hecho relevante en contestación a las preguntas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores sobre su situación preconcursal, a la que se había acogido hace apenas un mes. Se trata de un documento que no deja lugar a dudas sobre su dramática situación.

En él, la compañía reconoce, por primera vez desde que hace dos años un nuevo equipo gestor sustituyera a aquel del que formé parte (cuyas vicisitudes ya relatamos en otro post), que su viabilidad está condicionada a la obtención de “dinero nuevo con el fin de “además de atender los pagos urgentes (…), adquirir novedades que permitan rentabilizar el catálogo existente, incorporar talento nuevo y ayudar a soportar los gastos de estructura hasta la obtención de ingresos recurrentes”. Adicionalmente, la compañía condiciona su viabilidad a otras dos cosas: “negocio” (sic) y “reestructuración de deuda”.

El párrafo anterior es, probablemente, el más revelador de todo el documento, puesto que la compañía no sólo reconoce que por sí sola y sin una nueva inyección de dinero no es viable, sino que indica el destino de ese deseado dinero fresco: pagos urgentes, soportar gastos de estructura, adquisición de nuevos derechos de distribución de películas y reclutar talento. Creo que cada uno de estos aspectos merece un comentario particular.

Empecemos por el de los “pagos urgentes”, es decir, la deuda atrasada de todo tipo, de la que el propio documento da noticia detallada a petición del organismo regulador del mercado. Para empezar, la deuda neta total supera el considerable montante de 30 (treinta) millones de euros, entre bancos, atrasos con Hacienda y proveedores vencidos. Y eso, siendo generosos y descontando los 2,4 millones que la compañía clasifica como “efectivo”, pero cuyo detalle presenta conceptos tan originales e impropios de una tesorería como “dividendo BESI” (?) o “Ezentis”. Teniendo en cuenta que la propia compañía declara en el mismo documento unos ingresos acumulados a Noviembre de tan sólo 7,2 millones de euros (han leído bien: siete coma dos) y un EBITDA negativo de 2,7 (dos coma siete) millones de euros, el grado de endeudamiento alcanza unos niveles realmente insondables. Suponiendo que, en vez de perder esos casi 4 euros por cada 10 que ingresa, aún tuviera un margen de explotación como el que tenía hace apenas un par de ejercicios (y ya nos ponemos fantasiosos), el nivel de endeudamiento sería superior a un estrambótico 50 (¡cincuenta!) veces EBITDA.

Por lo que respecta a los “pagos urgentes”, la compañía reconoce vencimientos con bancos y Administraciones hasta febrero de 2014 por 6,5 millones, más otros 6 millones hasta final de año. Además, hay otros 3 millones vencidos con acreedores. Es decir, a corto plazo, la compañía necesitaría pagar, aplazar o condonar más de 15 millones de euros, aproximadamente la mitad de su deuda. Es necesario poner en contexto estas cifras para entender adecuadamente su dimensión: esta cantidad equivale a unas dos veces (¡¡!!) su cifra de ventas del año (y no se pueden hacer ratios sobre su EBITDA de 2013 pues, como hemos dicho, se encuentra en profundos números rojos). Lo verdaderamente paradójico del asunto es que (como ya contamos hace unos días), la estrategia principal declarada una y otra vez por los nuevos gestores de Vértice desde que Manuel García Durán asumió la presidencia no ha sido  otra que la de reducir la deuda financiera. En términos absolutos, claro. Porque esto se ha ido consiguiendo deshaciéndose a la vez de los principales activos y negocios (ver aquí, aquí o aquí). Es decir, vender la vaca que da la leche para pagar sólo parte de la deuda con la que se compró el animal (en vez de ir pagando con la propia venta de la leche). El problema aquí es que, una vez vendida la vaca, se terminó la leche y aún queda deuda que pagar.

Así que llegados a este punto, a la compañía no le queda otra salida que comprar otra vaca, es decir, en sus propias palabras pretende hacer dos cosas adicionales con ese “fresh money” que intentará conseguir. La primera sería, adquirir “novedades”, que suponemos se refiere a nuevos derechos cinematográficos para distribuir. Esto no dejaría de resultar paradójico desde un punto de vista estratégico, dado que en el pasado mes de julio cedió la gestión de su catálogo a su escindida Tres60 y que en dos años no ha sido capaz de estrenar nada nuevo.

Para cerrar el círculo, la compañía da un segundo destino al nuevo dinero que necesita (más destinos, más dinero…), que no es otro que “reclutar talento” y esto ya no sabemos a qué se refiere, pues si uno revisa los hechos relevantes de los últimos dos ejercicios, en casi todos encontrará que la compañía lleva todo este tiempo diciendo que hace precisamente eso: “reclutar talento” (para muestra véase este hecho relevante, o este otro, o este… y hay más). Aquí no cabe otra que preguntarse si, para acabar donde ha acabado, realmente hacía falta tanto “talento”.

La última cuestión para la que el organismo regulador pide explicación versa sobre el presupuesto de tesorería a 3, 6, 9 y 12 meses, a lo que la compañía contesta, con bastante inspiración, que “no puede tener previsión de tesorería alguna por ser absolutamente dependiente del plan de negocio”. Plan del que no dispone, claro, pues evidentemente, hay que hacerlo. Y hasta aquí han llegado sin él, a pesar de que se prometió uno hace ya dos largos años.

En todo proceso de refinanciación, es necesario convencer a los acreedores de que aplacen o perdonen parte de sus créditos. Para ello, la compañía deudora les muestra su plan de negocio en el que, bajo unas determinadas hipótesis, se ofrece a aquellos una perspectiva de repago de la totalidad o de parte de dicha deuda. En muchas ocasiones, existe una condición previa que no es otra que la de obtener una inversión inicial (dinero fresco) para volver a arrancar el motor del negocio. Para darle mayor credibilidad al business plan, se suele solicitar una revisión denominada “independiente” (independent review) por parte de una firma de asesoría financiera, aunque en realidad esta verifique más bien poco, pues limita su responsabilidad a acreditar que aquellos números están bien sumados y poco más (de esto parece que se encargará KPMG, asesor habitual de Vértice en estos dos años). Mi opinión es que para lo único que sirve este tipo de “revisión” es para dar cierto confort a los bancos, que eluden de esta manera cualquier responsabilidad sobre errores materiales en la confección del plan.

En este caso, la compañía no sólo debe convencer a sus acreedores de que el negocio dará para repagarles sino que debe también entusiasmar a algún nuevo inversor que inyecte dinero nuevo para reflotar la empresa y que, además, esté dispuesto a esperar a cobrar después de los acreedores.  Pero lo que hace complejo el caso es que si no llegara a entrar este dinero nuevo, no se podría reflotar el negocio, por lo que los acreedores no perdonarían o aplazarían deuda y optarían por la liquidación. Y si no hay acuerdo con ellos, el inversor tampoco inyectará dinero nuevo. La única manera de romper este círculo vicioso y convencer a unos y a otros al mismo tiempo es demostrar que la compañía dispone de las bases suficientes para reconstruir su negocio y ofrecer una rentabilidad interesante en un plazo razonable. Si no, la lógica indica que el inversor meterá su dinero en bonos del Estado, en fondos de inversión o en cualquier otro producto con mejores garantías y expectativas.

Llegados a este punto, es preciso preguntarse si el estado actual de Vértice 360 permite construir un plan realista que permita la refinanciación y la entrada de dinero nuevo. Y aquí es donde los  números publicados parecen ser testarudos.

A día de hoy, Vértice 360 muestra un nivel de negocio que no llega ni al 5% de lo que fue hace sólo apenas dos ejercicios y la explotación pierde cuatro de cada diez euros que ingresa. Para más inri, la propia compañía indica que necesita dinero para aguantar los gastos de estructura hasta volver a disponer de “ingresos recurrentes”, lo cual implica que ahora no dispone de los mismos (aunque pueda parecer increíble, hace apenas tres años, había contratos firmados por valor de 200 millones a 6 años). Lo que sí tiene son gastos de estructura lo suficientemente relevantes como para mencionarlos. Con estos mimbres y 30 millones de deuda, la compañía debe convencer a un inversor de que ponga dinero nuevo para contratar “talento” y “novedades”.

Supongo que en estos momentos, más de uno tendrá una sensación extraña en el estómago, al contemplar el abismo que se extiende a sus pies.
 
Nota: el artículo anterior sólo manifiesta una opinión personal sobre información pública disponible. En ningún caso supone ninguna recomendación de compra o venta sobre los valores negociables de Vértice 360 ni sobre su situación concursal o proceso de negociación con acreedores. A la fecha no poseo acciones ni ningún tipo de derecho sobre los valores de Vértice 360, ni los he tenido en los últimos seis meses ni planeo tenerlos en el futuro inmediato. Tampoco soy acreedor o deudor de la compañía ni mantengo vinculación alguna de cualquier tipo con la misma o sus administradores.

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