"It is not the answer that enlightens, but the question."
Eugene Ionesco.

lunes, 26 de noviembre de 2012

El Cine en España ¿crisis o burbuja?

En los últimos diez años, la afluencia al cine en España ha caído nada menos que un 33% (en el año 2011 se vendieron 48 millones de entradas menos que en el 2001). En el mismo periodo, la habitualmente estancada población española se ha incrementado en más de 5 millones de personas, en gran medida fruto de la ola de inmigrantes que vinieron atraídos por el fuerte crecimiento económico y la gran oferta de empleo. En los últimos 4 años, sin embargo, España ha dicho adiós al espejismo de la expansión económica permanente y de la prosperidad universal. El desplome del mercado cinematográfico, sin embargo, tiene poco que ver con el fantasma de la actual crisis. En realidad, mientras la economía crecía y abríamos nuestras fronteras, la venta de entradas de cine no dejó de caer.
La gente va menos al cine que hace diez años, eso está claro. Y es más que probable que la reciente subida del IVA en la entrada de cine contribuya un poco más a que el español medio haga sus propios recortes en el gasto dedicado a disfrutar de una película en una sala. Pero todo esto no es más que la gota que colma el vaso de un sector que va viendo cómo su negocio se esfuma año tras año. Como puede verse en el gráfico siguiente, mientras el consumo privado crecía en España a tasas más que respetables, no era en acudir al cine con mayor frecuencia en lo que los españoles decidíamos gastarnos nuestro dinero.
A pesar de la reciente subida del IVA, cosa que no ha ayudado demasiado a fomentar la audiencia, no debemos cegarnos: la crisis viene de lejos y poco tiene que ver con que ahora tengamos menos dinero en el bolsillo, sino más bien con la multiplicación de las opciones de ocio y, una vez más, con los efectos de los profundos cambios tecnológicos que estamos viviendo. En este sentido, se viene señalando a la piratería como casi exclusivo culpable de la crisis de los cines, pero yo disiento. Si bien es cierto que España es uno de los países que aparece siempre entre los primeros puestos en todos los rankings de piratería digital (en algo teníamos que ser los primeros…), la menor afluencia a los cines no es sólo un hecho propio de éste país. En el siguiente gráfico puede observarse cómo la tendencia en la meca del cine (Estados Unidos), con tasas de piratería altas, pero no tanto, es bastante similar.
Como en todo drama, el mal no sólo tiene una causa, por mucho que nos intenten imponer visiones reduccionistas con fines interesados. Ni el Gobierno ha matado el cine (ya estaba muy malito) ni la piratería ha hecho otra cosa que fortalecer una tendencia imparable. Sencillamente, y como se estudia en microeconomía, la aparición de productos sustitutivos, como en su momento ocurrió con la popularización de la televisión en los 50, cambia las reglas de juego que existían, no quedando otra salida que adaptarse a la nueva competencia o sucumbir ante ella. Y en este momento podemos preguntarnos qué ha hecho el sector de la exhibición cinematográfica para adaptarse a los trascendentales cambios que han acaecido y que están minando su negocio.
En todo proceso de adaptación suelen producirse modificaciones estructurales (reconversión sectorial) y coyunturales (tácticas comerciales y promocionales) en busca del equilibrio perdido. Efectivamente, en estos diez últimos años, ha tenido lugar un proceso de reconversión de la exhibición en el que hemos sido testigos del cierre de multitud de cines con una o unas pocas salas, habitualmente ubicados en el centro de las ciudades, y la apertura de nuevos multiplex y megaplex (complejos de muchas salas que incorporan, además, actividades de hostelería), situados en modernos centros comerciales del extrarradio. En principio, nada muy diferente de lo ocurrido en otros países y, en principio, una maniobra empresarial más que lógica que responde a la necesidad de incrementar la eficiencia del negocio. Sin embargo, como puede apreciarse en el siguiente gráfico, el proceso de reconversión en España también ha estado “dopado” por el mal del ladrillo que hemos sufrido estos años.
Hasta el año 2006, el número de pantallas en España crece extraordinariamente. En apenas 5 años, el mercado había perdido ya un 13% de espectadores, mientras que el número de pantallas se había incrementado en un 16%. ¿Falta de realismo? Quizá, pero… ¿conoce algún centro comercial construido en la época sin su complejo de cines? Conclusión: el sector ha tardado más de la cuenta en reconocer las tendencias negativas y la reconversión ha estado adulterada con factores exógenos de sobra conocidos. Parece claro que la segunda fase de este proceso de adaptación aún no ha concluido y sólo puede pasar por el cierre de muchas más pantallas.
Como decíamos, hay un segundo aspecto, cuyuntural, propio de toda crisis de productos sustitutivos, que suele implicar la bajada de precios del producto atacado, con el fin de ser más atractivo y mantener el nivel de ventas. Lo que quiero decir es que lo esperable hubiera sido una bajada de precios del cine para intentar atraer al público y contrarrestar otras ofertas de ocio. Pues bien, paradójicamente, hasta 2011 el sector no sólo ha hecho todo lo contrario (subir los precios), como puede verse en el gráfico siguiente, sino que además lo ha hecho por encima de la inflación general. La explicación a esto, una vez más, es posible que tenga que ver con la necesidad de amortizar las fuertes inversiones acometidas en la construcción de los nuevos complejos de ocio.
El diagnóstico parece bastante evidente, a la luz de los datos aquí expuestos: el sector parece aquejado por una larga crisis de demanda, probablemente motivada por la aparición de nuevas alternativas de ocio (la piratería, aunque ilegal, no deja de ser un sustitutivo más) derivadas de los cambios tecnológicos de los últimos años. La respuesta adaptativa, al menos en España, ha sido muy lenta y está contaminada por los efectos nocivos de la burbuja inmobiliaria.
No tengo ninguna duda de que el cine sobrevivirá a esta crisis (como ya sobrevivió al nacimiento de la televisión), pero aún queda un largo trecho para ver el final del túnel: el sector está instalado en mitad de una reconversión y sólo recientemente se han empezado a apreciar cambios relevantes en la flexibilización de sus modelos de negocio y en la aplicación tácticas comerciales más agresivas.
Decía la canción de Aute que “los sueños, cine son”, pero parece haber llegado el momento en el que el cine en España debe salir por fin de su largo sueño.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Be careful with your communication!

Imagine the situation: Madrid airport, last week, the day before a long weekend. A low cost flight ready for boarding. Destination: Berlin. As an exception, the company has sent an e-mail to the passengers the very same afternoon accepting two pieces of hand baggage instead of only one with the aim of avoiding the inconveniences of a strike of the handling service personnel in Madrid airport. Apparently, they are exploiting the great advantages of nowadays instant communication as a marketing tool: there’s no doubt that making the trip easier and more comfortable seems a brilliant marketing action to promote customer’s loyalty. So far so good.
Soon problems appear, however: personnel in charge of boarding have not been warned by the company and therefore they stick to the rules, not accepting more than a piece of hand baggage. What’s more, they try to charge the official (and excessive) extra cost for additional baggage. At this moment, the cabin has run out of room to allocate more baggage.
I must say that my confidence in people’s goodwill has substantially improved since then (in fact, I couldn’t explain how the incident didn’t end up in a riot). Third world war will surely never happen.
And so, what originally was a brilliant marketing action soon badly backfired: one thing is finding yourself with the impossibility to board a piece of baggage in the cabin, but quite another is having announced the possibility to board two pieces and seeing them rejected at the very boarding queue to be put in the hands of the strikers.
Effective communication is not only about volumes of information, neither about its confection or audience analysis. It is much more a dangerous matter to be handled with maximum care at every detail, planning and controlling the whole cycle.
In these cases, intention is not what really matters.

¡Cuidado con lo que comunicas!


Imaginen la situación: aeropuerto de Madrid-Barajas, semana pasada, víspera de puente. Un avión de una compañía de bajo coste a punto de embarcar a su pasaje. Destino: Berlín. Como excepción, la compañía ha enviado esa misma tarde un e-mail a todos los pasajeros anunciándoles la posibilidad de viajar con dos maletas en cabina en vez de con una, con el fin de evitarles los inconvenientes de una huelga del personal que maneja los equipajes en el aeropuerto de Madrid. Aparentemente, se trata de una de las grandes ventajas de la comunicación de hoy en día y su explotación como herramienta de marketing: qué duda cabe que hacer a los pasajeros el viaje más cómodo y sencillo parece una brillante acción de marketing que, a buen seguro, redundará en la fidelización de los clientes. Hasta aquí, muy bien.
Pero pronto empiezan los problemas: el primero, el personal de tierra responsable del embarque no ha recibido ninguna instrucción al respecto por parte de la compañía y, por tanto, no permiten el embarque de dos maletas en cabina. Es más, exigen a los pasajeros el pago de la prima oficial (y desproporcionada) por cada bulto extra. Llegados a un punto, además, la cabina se llena y ya ni siquiera se permite llevar una maleta.
He de decir que, desde este momento, mi confianza en la buena voluntad de los ciudadanos ha crecido enormemente (de hecho, aún no sé cómo acabó la cosa sin necesidad de que intervinieran las fuerzas del orden). Probablemente, la tercera guerra mundial nunca ocurrirá.
Así que lo que inicialmente era una gran acción de marketing, pronto tuvo un efecto contrario, además magnificado: una cosa es encontrarse con la imposibilidad de embarcar tu equipaje de mano (a quién no le ha pasado) y otra distinta que primero te hayan anunciado que puedes embarcar dos maletas sin problema para encontrarte que no te dejan embarcar ninguna y que, además, las van a poner inmediatamente en manos de los huelguistas.
La problemática de la comunicación no es sólo una cuestión de volumen de información; ni siquiera de la confección de la misma o el análisis de a quien se dirige. Es sobre todo, una materia peligrosa que hay que tratar con máximo cuidado en todos sus detalles, planificando y vigilando todo el ciclo de la misma.
Y en estos casos, la intención no es lo que  importa.

martes, 6 de noviembre de 2012

El uso disruptivo de la tecnología en dos acontecimientos muy recientes/Disruptive use of technology in a couple of very recent events.


Primer hecho: hace unos días, la Junta Electoral Central decretó la retirada de la campaña institucional de la Generalitat de Cataluña destinada a animar a la ciudadanía a ejercer su derecho al voto para las próximas elecciones al parlamento autonómico el próximo día 25. Según lo que se desprende de la resolución de la Junta, la campaña parecía sugerir, con sus imágenes, cierta opción de voto. Sin entrar en el fondo de la cuestión de si la prohibición es justa o no (nada más lejos de mi intención que escribir un blog político), lo que parece evidente es que, si bien en otros tiempos esta medida hubiera resultado plenamente efectiva para hacer desaparecer el mensaje proscrito, esos tiempos ya han quedado bastante lejos. Basta con buscar el vídeo en Youtube, y el antes omnímodo poder de la Junta Electoral Central y toda la potencia de la legislación electoral, se disuelven como un azucarillo en un vaso de agua. Y esto no es nuevo, famosos son casos como el de la rueda de prensa de Sarkozy, en aparente estado de embriaguez, cuya difusión fue incapaz de detener ni todo el poder de la República Francesa. No me cabe la menor duda de que Internet y los nuevos medios han expandido las libertades de los ciudadanos; y por primera vez en la Historia, no se trata ni de una conquista fruto de una revolución social ni de una cesión pacífica por parte del Estado: sencillamente, el control de las mismas por parte de los gobiernos no es sencillo en absoluto. Pero toda facultad entraña una responsabilidad que debemos asumir. Y, en última instancia, no hay otra manera que la de educar en el civismo.

Segundo hecho: el pasado fin de semana, cuatro jóvenes perdieron la vida en un concierto de música electrónica en Madrid, durante la fiesta de Halloween, debido a una avalancha humana. Las filtraciones de la investigación parecen indicar la existencia de numerosas irregularidades (siempre suele ser así; raramente hay un solo factor). Recuerdo haber visto algunas imágenes de un hecho bastante similar: la desgracia de la discoteca Alcalá 20 de Madrid, allá por el año 1983. Sin embargo, en aquel caso se trataba de imágenes profesionales de un momento en el que todo había ocurrido ya. En la tragedia de este fin de semana, sin embargo, hay cientos de vídeos de los propios testigos, documentos sin precio sobre lo que realmente ocurrió esa noche y que, seguro, servirán como pruebas para determinar la responsabilidad de estos hechos puesto que hoy día, casi todos llevamos una cámara en el bolsillo capaz de difundir imágenes en directo o de manera casi inmediata. Tampoco es muy difícil recordar otras ocasiones donde esta ventaja tecnológica se ha usado con fines no tan dignos de elogio.

Y estos son los indicios del progreso: nada es bueno ni malo per se, sino que depende del uso que sepamos darle. Dicho esto, siempre preferiré tener la capacidad de poder elegir.

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First fact: a few days ago, the General Electoral Board banned the institutional campaign promoted by the regional government of Catalonia aimed to stimulate voting for the coming regional elections. According to the Board’s resolution, this campaign seemed to suggest a certain political choice. Refraining from entering the heart of the matter (nothing would interest me less than writing a political blog), what is clear is that those days when this sort of measures were really effective are long gone. We only need to search the video onYoutube to realize how outdated is the electoral law and the once absolute power of the General Electoral Board. What’s more, this is nothing really new: just remember the famous video of the press conference of an apparently inebriate Nicolas Sarkozy. Not even all the power of the French Republic was capable to detain the images’ viral spreading. I have no doubt that the Internet and new media have expanded citizen’s freedom; and for the first time in History, this conquest is not the fruit of a social revolution or a government’s pacific devolution : it is simply that control by governments is far from easy. But every faculty involves a certain degree of responsibility we must assume. At the end of the day there is no other option than civic education.
 
Second fact: last weekend, four young girls tragically lost their lives in a crowd crush during a Halloween concert of electronic music. As it has been leaked, a number of irregularities could have caused the tragedy. I recall having seen some images of the very similar accident of Alcalá 20 discotheque in 1983 when 81 people died. Those were professional images of a moment when everything had already happened. In last weekend’s tragedy there are hundreds of videos recorded by real witnesses, valuable documents about what really happened that night that would serve as evidence to assess responsibilities. And all that thanks to the technology that enable us to almost immediately broadcast anything with the only help of our smartphones. We don’t need to recall all those moments when this technologic advantage was used for other not so laudable aims.
And these are the hints of progress: nothing is good or bad per se, but mostly depends of how we use it. And having said that, I’ll always prefer to have the opportunity to make a choice.

jueves, 27 de septiembre de 2012

¿Son los “nativos digitales” una de las soluciones de la crisis? / Are digital natives a solution for this crisis?

Miren la imagen por un momento y verán el cambio de los tiempos. La sociología americana, con su capacidad para identificar paradigmas y ponerles una marca, ha llamado “nativos digitales” a la generación de nacidos a partir de los años 80, conceptuándolos como aquellos que han vivido siempre en un entorno de comunicaciones avanzadas.

El interesante estudio “Born Digital: Understanding theFirst Generation of Digital Natives” (John Palfrey y Urs Gasser) nos lo recuerda: fue durante los años 80 cuando el correo electrónico se hizo popular y hasta 1991 no apareció internet; a finales de esa década los portales y buscadores avanzados se convirtieron en protagonistas y con el cambio de siglo vimos aparecer las primeras redes sociales y blogs. En el año 2001 Polaroid se declaró en quiebra, incapaz de competir con la explosión de la fotografía digital. A mitad de la década pasada, el sector de la música también cambió drásticamente: mientras las tiendas de discos cerraban sus puertas, iTunes se convirtió en el principal vendedor de música en el año 2008. Como dicen los autores del estudio, se trata del mayor avance de nuestra historia en cuanto a la información se refiere.
Si usted nació antes de los 80 (como yo), pero se mantiene abierto a los cambios y le gusta experimentarlos, tampoco se asuste: nosotros somos “inmigrantes digitales”. No es lo mismo, pero tampoco está mal.
Para un nativo digital no existe una diferencia entre el mundo online y el offline. Todos vivimos hoy permanentemente conectados a través de móviles, ordenadores, tablets y otros dispositivos, pero lo cierto es que, los nativos digitales no conocen un mundo sin ellos. Muchos “inmigrantes” disponen de perfiles en redes sociales como Linkedin, Facebook o Twitter, pero no dejan de ser anexos a su  vida “real”. Para un nativo digital, son parte central de su experiencia social. Todo esto puede parecer más anecdótico que otra cosa, pero sus implicaciones son serias y profundas.
 
Consideremos, por ejemplo, la educación. ¿Están realmente preparados los planes de estudio, los medios e incluso los docentes (hoy por hoy, “inmigrantes digitales” a lo sumo) para entrenar las mentes de las nuevas generaciones en competencias que, probablemente, ni están consideradas? Recordemos cómo, hace no tanto tiempo, teníamos que acudir a bibliotecas para buscar la información necesaria para completar nuestros trabajos escolares. Encontrarla era ya, en muchos casos, cuestión de suerte. No hace falta remarcar la facilidad de hoy día para acceder, de manera instantánea, a cantidades casi ilimitadas de información. Necesariamente, la manera de procesar dicha información, compartirla, transformarla y diseminarla tampoco es exactamente la misma que existía hace unos años.
Son precisamente estas posibilidades las que permiten a los “nativos digitales” la exploración de sus habilidades creativas, que explotan libremente, ya sea para escribir blogs, crear música, películas que cuelgan en Youtube, videojuegos y apps o generar nuevos negocios en la red. Desde mi punto de vista, estas son las claves que esta sociedad debe promocionar, en la escuela, en la universidad y en la empresa: libertad y creatividad. Quizá haya surgido una nueva oportunidad de subirnos al tren del progreso, a pesar de nuestra tradicional miopía para reconocer los avances. Y bien pudiera ser que dicha oportunidad viniera de la mano de nuestro principal y más esperanzador capital: la juventud.
La semana pasada tuve la suerte de poder asistir a la charla de uno de nuestros mejores jóvenes economistas, Jesús Fernández-Villaverde, profesor de la Universidad de Pennsylvania y de quien tengo el orgullo de ser compañero de promoción en la universidad. Tras exponer de manera brillante y clara los problemas de España en esta enorme crisis que nos afecta y, también, sus posibles soluciones, alguien le preguntó por las fortalezas de nuestro país. Entre otras (no demasiadas en este momento, he de decir), y aunque pueda sonar a tópico, Fernández-Villaverde señaló nuestro excelente clima: en una economía sofisticada de servicios, el clima es un factor tan importante que, si se dan otras condiciones jurídicas y sociales, puede ser determinante para el crecimiento de un país. Como ejemplo, señaló que los estados que más han crecido y atraído inversiones en Norteamérica en los últimos años no son otros que aquellos que disponen de un buen clima. Antes de beneficiarnos de esta gran ventaja, debemos reformar nuestra estructura política, mejorar nuestra seguridad jurídica y cambiar radicalmente el sistema educativo (uno de los peores del mundo), pero lo que es evidente es que el clima, que no se puede modificar, lo tenemos de partida.
 
Pues bien, este país, que está naturalmente dotado para acoger las inversiones de una economía moderna y que, además, habla el tercer idioma más importante del mundo, debería tomarse en serio sus ventajas competitivas, derribar de una vez las caducas estructuras que nos alejan del desarrollo y apoyar a una nueva generación de “nativos digitales” que tienen el potencial de cambiar para siempre el destino de este país. Para ello debemos darnos prisa en desarrollar y poner en marcha este “plan estratégico”. No tenemos mucho tiempo. Tenemos la enorme responsabilidad de que la próxima generación no sea recordada como la “generación perdida” sino como la “generación dorada".
 
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Have a look at the picture and you’ll see the changing of times. American sociologists, with their innate capability for identifying paradigms and branding them, have minted the term “digital natives” to label that generation of youngsters who were born after 1980 and have always lived in a world of advanced communications.
The brilliant essay “Born Digital: Understanding the First Generation of Digital Natives” (John Palfrey & Urs Gasser) reminds us this: it was in the 80’s when e-mail became popular; the world wide web appeared only in 1991; at the end of the decade, portals and search engines hit the scene; by the turn of the century first social networks and blogs made their debut. In 2001, Polaroid declared bankruptcy, unable to compete with the explosion of digital photography. By the middle of the past decade, the music industry dramatically changed: while record stores closed, iTunes became the first music retailer by 2008. As the authors emphasize, this is the most rapid period of technologic transformation ever, when it comes to information.
If you have been born before 1980 (as it is my case) but you keep your mind open to change and even like to experience it, there is nothing you should fear: we are “digital immigrants”. Not quite the same but not bad at all.
For a digital native there is no difference between online and offline world. Today we all live permanently connected through cell phones, computers, tablets and other devices but digital natives simply don’t know a world without them. Many “immigrants” have published their profiles in social networks such as Linkedin, Facebook or Twitter, but they are nothing more than extensions of their “real” life. For a digital native, they are central to her social experience. All this may seem purely anecdotic but its implications are deep and serious.
Let’s consider education, for instance: are education plans, means and teachers (=digital immigrants, at best) really prepared to train new generation’s minds in skills unlikely to have been considered? Let’s remember how, not so long ago, we had to expend precious time browsing through shelves in libraries seeking information to write our essays for school (sometimes it required a certain amount of luck to find it). There’s no need to indicate how easy is today to instantly access almost unlimited amounts of information. The way to share, transform and spread it cannot be exactly the same either.
These are precisely the possibilities digital natives can exploit for the sake of creativity: it well may be for writing blogs, composing music, uploading their own movies on Youtube, programming videogames or apps, or setting up new online ventures. In my view, freedom and creativity are key factors that should be promoted, not only at school but also at university and business life. It might be that a new opportunity to keep pace with progress is looming despite our traditional myopia to recognize these trends.  And it well may be this opportunity comes handed by our main and most delicate asset: youngsters.
Last week I had the chance to attend to a lecture given by JesúsFernández-Villaverde, one of our most prestigious young economists, professor at University of Pennsylvania (I’m proud to say that he is also a member of my own promotion). After brilliantly presenting Spain’s problems and feasible solutions for this dramatic crisis, somebody asked him about our country’s strengths. He signaled no more than four, and despite it may seem topical, our excellent climate was one of them: in a sophisticated economy of services, he said, climate is key if other legal and social factors are also present. To support this affirmation he presented the case of the fastest growing states in USA in the last years, which are no others than those of good climate. Before we can profit from this huge advantage we must reform our political structures, reinforce our legal certainty and dramatically reform our education system (among the worst in the world). But it seems clear that you cannot reform climate.
This country, which is gifted by nature to receive investments from a modern economy and speaks the third most important language in the world, should take its competitive advantages more seriously, bring down the outdated structures that stand in the way of progress and support a new generation of digital natives who possess the potentiality to definitely change the country’s destiny. We must hurry up to develop and implement this strategic plan. We don’t have time to lose. In our hands lies the enormous responsibility to transform this generation’s future and permit that it be remembered not as the “lost generation” but as the golden one.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Una declaración de intenciones / A declaration of principles

Si alguna imagen ha quedado grabada en mi memoria y en mi corazón de manera indeleble, sin lugar a dudas ha pertenecido a mi infancia. Puedo recordar de manera mucho más precisa las películas, series y programas de televisión que disfruté entonces que los que he visto apenas unos meses atrás. Y no, a mis cuarenta años no creo estar afectado aún por ninguna enfermedad neurológica degenerativa.
Sin embargo, aquella España de finales de los años 70 y principios de los 80 es ya como la prehistoria en lo que se refiere a medios audiovisuales, tecnología y oferta de entretenimiento. Tanto es así que cuesta explicar a los niños de hoy cómo era ver la televisión en blanco y negro o que los teléfonos móviles no existían más que en la imaginación. Para los que estábamos aquí entonces, el recuerdo de aquel precursor de la pelea por el mando a distancia que era la difícil elección entre sólo dos canales (el “normal” y el UHF), nos llena de nostalgia. Y a pesar de todo, como decía al principio, no recuerdo haber disfrutado tanto de esas imágenes como en aquellos años en que coincidió la infancia del mundo audiovisual con la mía propia.
Y es que a pesar del increíble salto tecnológico y de la multiplicación exponencial de la oferta de contenidos a la que hoy podemos acceder a través de todas nuestras pantallas en cualquier sitio y lugar, es probable que las necesidades que estamos satisfaciendo hoy no son otras que las mismas de hace treinta años y, también muy probablemente, como en mi propio caso, se satisfacen con grados de intensidad muy similares.
La tecnología  y la oferta han cambiado pero ¿hemos cambiado también nosotros? Sin duda nuestros hábitos son diferentes que los de hace varias décadas pero… ¿somos hoy distintos? ¿nos ha hecho el cambio tecnológico más felices o más completos? ¿Puede el mundo digital propiciar un salto evolutivo, como sostienen algunos, o se trata solo de una anécdota más en nuestra larga historia como especie? ¿Estamos en el umbral de una nueva economía, impulsada por las comunicaciones? ¿Cómo han variado los modelos de negocio en los últimos años?
Como decía Ionesco, son las preguntas las que nos iluminan, y no las respuestas.

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(English version)



If there is an image indelibly printed in my heart and memory, that one surely belongs to my infancy. I can recall the movies, series and tv programs I enjoyed at that time in a more precise way than those only watched a few months ago. And I don’t believe -now that I am already forty- I might suffer from a neurologic degenerative disease.

Anyway, that Spain of the late seventies and early eighties seems to us like a prehistoric age regarding media, technology and entertainment possibilities, so much so that it is far from easy to explain nowadays children how it was to watch black & white movies or why mobile phones only existed in our imagination. Those of us who were here at that time, can recall with nostalgia how the difficult choice between only two channels (“regular” and UHF) was no more than a prelude of the coming war for the remote control. But despite those deficiencies, I can’t remember having so much fun as in those years when the audiovisual infancy coincided with my own.

In spite of the quantum leap of technology and exponential growth in the offer of contents which we can access-everytime and everywhere!- from innumerable screens, it is likely that we are only satisfying the same needs we had in the past, and what is more amazing, with similar degree of intensity.

Technology and offer have dramatically changed but… have we changed as well? We can not deny that our present habits are different from those of the past but… are we different now? Has the technologic change made us happier or more complete? Can the digital world foster an evolutionary leap, as some are defending, or is it just an anecdote in our long history as a specie? Are we in the threshold of a new economy driven by the evolution of communications? How business models have evolved in recent years?

As Ionesco said, "It is not the answer that enlightens, but the question."