"It is not the answer that enlightens, but the question."
Eugene Ionesco.

martes, 24 de septiembre de 2013

Mejor ir preparado: los trucos y trampas más habituales del presupuesto anual


Estamos entrando en esos días del año, temidos por muchos, en los que hay que afinar los presupuestos del próximo ejercicio, que servirán de base para la fijación de los objetivos individuales. Para la inmensa mayoría de directivos y personal comercial, se trata de uno de los momentos más importantes del ciclo pues sobre dichos objetivos están basados los sistemas de retribución variable y el destino de muchas carreras.

Suele ser habitual que esta fase presupuestaria haya venido precedida de otras anteriores, en las que la dirección general fijó los umbrales de facturación y rentabilidad globales para la organización. Ahora se trataría de terminar el trabajo a la luz de los últimos cierres contables de agosto o septiembre, que ya deberían dibujar una foto muy certera de lo que el presente ejercicio da de si. Lejos de ser una tarea sencilla, el cierre presupuestario suele revelarse como un momento de gran tensión para la mayoría de las organizaciones.

Como señala Michael C. Jensen en un artículo que se ha convertido en un clásico de la gestión presupuestaria y de recursos humanos (Paying People to Lie:the Truth about the Budgeting Process), el problema fundamental estriba en la existencia de planes de retribución variable que entienden los objetivos presupuestarios como los obstáculos de una carrera, estableciendo mínimos por debajo de los cuales nadie cobra nada (en la mayoría de las organizaciones se suele fijar en el 80% del objetivo presupuestario) y un tope por encima del cual, nadie cobra nada más (usualmente, el 120%). Como Jensen se encarga de demostrar con numerosos ejemplos reales, esta política (no nos engañemos: utilizada por la inmensa mayoría de las empresas), es un estímulo para que los directivos diseñen todo tipo de estrategias para “engañar” al sistema y conseguir optimizar su retribución, aún a fuerza de perjudicar el interés general de la organización. Recomiendo vivamente la lectura del paper de Jensen, en el que propone la  utilización de sistemas de retribución lineales como solución para la  eliminación de estas corruptelas, así como la desvinculación del presupuesto como herramienta principal de evaluación personal, y su devolución al campo al que pertenece: la planificación financiera, estratégica y de producción.

Sin embargo, mi experiencia personal me indica que, a pesar de que los argumentos de Jensen me parecen muy convincentes, suponen también un reto al pensamiento convencional. Y cambiar los prejuicios y las formas de trabajar arraigadas y asumidas por la inmensa mayoría, supone, en casi todos los casos, darse contra un muro. Sencillamente, hay organizaciones abiertas a la innovación en casi todo (las menos) y otras que no.

De esta manera un CFO o un responsable de control de gestión  de esta inmensa mayoría de empresas que asumen una dirección por objetivos clásica, va a tener que dedicar un tiempo y unas energías importantes a intentar detectar los trucos utilizados por gran parte de los responsables de área de negocio para garantizarse un año cómodo y una retribución variable lo más cercana posible. Y no se me malinterprete: el error, como dice Jensen está en el sistema; los ejecutivos, en la mayoría de los casos, no tienen conciencia de estar haciendo nada éticamente reprobable. Aunque quizá, el CFO no pensará igual, pues en muchos casos, estas prácticas implican un alto riesgo no sólo para la empresa, sino para su propio puesto, como máximo gestor de los recursos escasos.

Según mi experiencia en estas lides, las trampas más habituales en la confección del presupuesto suelen ser las siguientes:

  • Omisión de información de ventas: una vez cubiertos los mínimos, se trata de ocultar aquella información conocida que podría significar unas mayores ventas. De esta manera, es previsible conseguir el objetivo de manera más sencilla. Las implicaciones pueden ser muy nocivas, porque dichos objetivos suelen tomarse como base para la planificación de producción y logística, llegando a producirse casos de ruptura de stock.
  • Desplazamiento de ventas del ejercicio en curso hacia el ejercicio presupuestado: más que una trampa presupuestaria suele tratarse de un truco contable que suele darse en los casos de que el año cerrado haya sido malo y la retribución variable inexistente o muy escasa, con lo que el incentivo para empezar el año nuevo con buenas cifras es muy elevado. A veces es fácilmente detectable desde el área financiera pues cuenta con la complicidad del cliente, que puede interesarle, a sensu contrario, desplazar costes al año siguiente para mejorar sus márgenes en el ejercicio presente. Revisar si los bienes se han entregado o el servicio se ha prestado efectivamente suele ser la clave para detectar la trampa.
  • Devoluciones o rappeles excesivos: consiste en presupuestar ratios de devoluciones o rappeles injustificadamente elevados para luego disponer de margen de mejora en la realidad.
  • Cambios injustificados en el mix de ventas: se trata de presupuestar el objetivo de ventas fijado primando aquellos productos con menores márgenes, con el fin de que la rentabilidad real sea superior a la presupuestada. También puede provocar problemas de producción y stock.
  • Colchones de costes: consiste en presupuestar gastos que se saben no se van a tener o exagerar aquellos que se van a producir. A veces se trata de proyectar el coste de las ventas pero no el ingreso correspondiente. Considere que si el objetivo de ventas es lo suficientemente elevado para arrojar márgenes amplios, el incentivo para recortar la rentabilidad presupuestada por parte de los gerentes de área también será grande. Implicar a los departamentos de compras en la realidad presupuestaria suele ser una gran idea, pues disponen de la información necesaria para evaluar esta circunstancia.
  • Cambios en la política de amortizaciones: en determinadas empresas, los criterios de amortización de activos son extraordinariamente complejos, existiendo un importante margen de discrecionalidad para presupuestar mayores o menores costes a conveniencia. El control de las políticas de amortización debe ser labor intransferible del departamento financiero.
  • Manipulación de la rentabilidad de las inversiones: se trata de proyectar rentabilidades injustificadas de los proyectos de inversión acometidos o pendientes de acometer. Para proyectos donde la inversión ya se realizó y la recuperación (payback) de la misma se extiende en el tiempo, no es sencillo determinar si los ingresos proyectados se corresponden con el plan inicial (que normalmente sirvió para decidir acometer la inversión), con lo que la trampa está servida. En muchas organizaciones, la falta de control sobre los activos acaba llevando a callejones sin salida cuando, al cabo de los años, se confirma que las inversiones no se pueden recuperar al haber sido malvendidos sus frutos.
  • Trampas fiscales: menos habitual. Utilizado en ocasiones en grupos donde el cálculo de impuestos no está centralizado, o para reportar a inversores meramente financieros. Consiste en sobrevalorar el tipo efectivo del impuesto (no proyectando deducciones aplicables o no compensando efectos del pasado, por ejemplo).
  • Manipulación de la periodificación: suele consistir en desplazar los efectos negativos a los últimos meses del año proyectado, de tal forma que las “malas noticias” no lleguen hasta el final.

No he pretendido hacer un compendio exhaustivo de triquiñuelas, sino mencionar las más habituales según mi experiencia al frente de departamentos financieros y de control. Como podrá observarse, los efectos de estas manipulaciones pueden ser muy nocivos para una compañía y pueden tener el efecto de desvirtuar gravemente todo el proceso presupuestario,  su utilidad como herramienta de planificación y poner en graves aprietos a un director financiero. No me resigno a no poner sobre la mesa la cuestión de fondo, mencionada por Jensen en su brillante artículo: la discusión sobre la idoneidad del presupuesto para fijar objetivos personales vinculados a sistemas de retribución no lineales.

Pero como cambiar el sentido en el que gira el mundo no está al alcance de todo el mundo, mejor ir preparado para enfrentarse a la realidad.

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