"It is not the answer that enlightens, but the question."
Eugene Ionesco.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

¡Tiren sus manuales de comunicación a la basura y apliquen Judo!


El jugador de Rugby Manu Tuilagi, poniendo
"orejas de burro" al PM británico
Aceptémoslo. En los tiempos que corren es imposible controlar la comunicación. Por muchos esfuerzos que se hagan y muchos asesores que se ponga en nómina, no hay manera de ponerle puertas al campo. Estamos desnudos, nuestros puntos más débiles están al descubierto y, dado que es imposible mantener la guardia y la concentración 24 horas al día,  las posibilidades de quedar en ridículo delante del mundo entero son innumerables.

Luís Bárcenas grabado en la prisión
No sólo vivimos unos tiempos en los que todo el mundo lleva en el bolsillo unas máquinas diminutas capaces de transmitir todo tipo de información a cualquier parte del planeta en cuestión de nanosegundos, sino que las redes sociales son capaces de multiplicar esa información de manera exponencial (viral) en menos tiempo que el que tarda un político en decidir una subida de impuestos. Además, los estímulos (en forma de followers, me gusta’s y otras artimañas digitales) para hacer pública cualquier tipo de información comprometedora sobre otros son difícilmente resistibles por el común de los mortales.

Es cierto que debemos seguir intentando controlar la comunicación para no ponérselo tan fácil al enemigo, que conviene diseñar los ejes de los mensajes, preparar las respuestas a las preguntas que pueden caer en una rueda de prensa y guardar una coherencia con lo dicho en el pasado, y todo lo que hemos aprendido en los manuales, pero ni aún así.

Hoy día, no hay más que ver lo asustados que están todos los que se exponen cada día al escrutinio público y hasta qué punto ha calado la “estrategia del avestruz”, que cristaliza en cosas tan subrealistas como convocar ruedas de prensa en las que no se admiten preguntas o que se realizan a través de una pantalla.

La foto del Presidente Hollande "con cara de tonto"
que se intentó censurar
Lo curioso es que los profesionales de este campo siguen, en la mayoría de los casos aplicando el manual. Parecen ignorar que, una y otra vez, el resultado acaba siendo el mismo, que ya tiene hasta nombre (efecto Streissand), y que no es otra cosa que el tiro por la culata, o sea, que cualquier intento de restringir una información comprometedora que ya es pública no hará más que llamar más la atención sobre ella.

"La resistencia es fútil"
Los manuales de comunicación sirven ya para poco porque están escritos en una época en que sólo había periódicos, televisión y los teléfonos móviles sólo eran eso… teléfonos, pero no para una época donde hasta los niños llevan un estudio de grabación y retransmisión en el bolsillo y hay millones de personas que instantáneamente van a opinar sobre cualquier aspecto. No hay manera de combatir esto. Como decían los Borg, aquellos implacables enemigos de la serie Star Trek, cualquier intento de resistencia es fútil.

Hace falta una nueva teoría sobre la comunicación actual, mucho más sincera, desinhibida y… yo diría que deportista, capaz de encajar las críticas y devolver feedback positivo al público sin despreciar la realidad o hacer negación de la misma. La agilidad, la flexibilidad y la falta de prejuicios son las nuevas claves que debemos manejar. Lo curioso es que todo esto, ya lo sabíamos…

Déjenme que cuente una historia muy antigua: el 18 de abril de 1888 un japonés llamado Jigoro Kano dio una conferencia en la Embajada Británica en Tokyo llamada “Jiu Jitsu: el antiguo arte Samurai de la lucha sin armas”. El maestro Kano había sintetizado las enseñanzas de las muy diferentes escuelas de artes marciales, perfeccionando sus técnicas de manera que cristalizaron en el Judo, un deporte que trascendía su propia naturaleza para configurar una auténtica filosofía aplicable a innumerables situaciones.

Jigoro Kano
En palabras del propio Kano: “Desde el comienzo he dividido el Judo en tres partes: la primera, Rentai-ho, se refiere al Judo como ejercicio físico;  el Shobu-ho es el Judo como arte marcial. La tercera, el Shushin-ho cultiva la sabiduría y la virtud, así como la aplicación de los principios del Judo en nuestra vida diaria. Los practicantes deben desarrollar sus cuerpos para destacar en los combates a la vez que su sabiduría y virtud para hacer que el espíritu del Judo esté presente en su vida diaria. El cuerpo no debe desarrollarse tenso sino libre, fuerte y ágil. Debemos ser capaces de movernos de la manera adecuada en respuesta a los ataques inesperados del oponente. Tampoco debemos desaprovechar cada oportunidad diaria para hacer crecer nuestra sabiduría y virtud. Estos son los principios ideales del Judo”.

La leyenda cuenta que Jigoro Kano se inspiró en una visión de la naturaleza para sintetizar su sabiduría: un día, paseando por un jardín después de una nevada, observó cómo la nieve había tronchado con su peso las ramas fuertes y grandes de algunos árboles, mientras que las ramas más flexibles y ligeras de los cedros aprovechaban el propio peso de la nieve para arquearse y luego proyectarla hacia arriba.

El entorno de la comunicación actual es como la propia nieve de aquella visión: al principio sólo serán pequeños copos con un peso despreciable, pero luego la acumulación de un número incontable de ellos provocará la fractura de las ramas menos flexibles, por muy grandes y fuertes que parezcan. Como en el Judo, la iniciativa en la comunicación podemos tenerla o no, dependiendo del momento y de la oportunidad, pero oponer resistencia directa ante una fuerza muy superior es una estrategia equivocada. En cambio, si somos capaces de aprovechar esa energía en nuestro propio beneficio, los resultados serán muy diferentes. Seguir pensando sobre la comunicación desde un punto de vista estático, en la que sólo hay un emisor y múltiples receptores pasivos, no puede llevar más que al fracaso.

Sin embargo, esta evolución sólo se consigue aplicando el resto de principios que el maestro Kano destacaba: el entrenamiento constante para conseguir fortaleza y agilidad y el cultivo de la sabiduría y la virtud. Dicho en otras palabras: la perfección de nuestro mensaje, la excelencia en la forma de comunicar y la sinceridad de la comunicación, así como una mente abierta para escuchar, aceptar los errores y aprender y adaptarnos al  entorno.

Como judoca que fui (y creo que siempre seré), recuerdo que me sorprendió que lo primero que se aprende en Judo es a caer sin hacerse daño. La sabiduría ancestral del Judo ya nos advierte que lo más que haremos en esta vida será caer. Mejor saber cómo.

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