"It is not the answer that enlightens, but the question."
Eugene Ionesco.

martes, 3 de septiembre de 2013

El paradigma de la plataforma en llamas (o por qué Microsoft ha comprado Nokia móviles)

Un hombre que trabajaba en una plataforma petrolífera en el Mar del Norte se despierta una noche debido a una fuerte explosión que incendia rápidamente toda la plataforma. En unos instantes, se encuentra rodeado por las llamas. A duras penas consigue abrirse camino entre el humo y el fuego hasta el borde de la plataforma. Mira hacia abajo y lo único que ve son las oscuras, frías y amenazantes aguas del Atlántico. Mientras el fuego le rodea, apenas dispone de unos segundos para reaccionar: puede quedarse en la plataforma y ser inevitablemente devorado por las llamas o lanzarse desde 30 metros a las gélidas aguas del mar. Aquel hombre estaba sobre una plataforma en llamas y debía tomar una decisión”.
Así comenzaba el inspirador memorándum que Stephen Elop,  CEO de Nokia, publicó en 2011 antes de una reunión con analistas. El resto del texto no tiene desperdicio por su lucidez y transparencia al analizar y hacer públicos los problemas de Nokia (la plataforma en llamas) además de contener  una declaración de principios sobre cuál sería su estilo de liderazgo para el futuro. En definitiva, si quedarse en la plataforma o saltar al agua.
Esta mañana se ha hecho pública una de esas operaciones que hacen historia y generan ríos de tinta: la adquisición por parte de Microsoft del negocio de móviles de Nokia por la ¿astronómica? cantidad de  7.200 millones de dólares que incluyen también el uso de determinadas patentes y servicios de mapas (siendo precisos, 5.000 por el negocio y 2.200 por las patentes).
Como digo, esta transacción tiene innumerables aspectos, cada cual más interesante, y que sería imposible tratar en un solo post, desde las implicaciones estratégicas para ambas compañías y para la configuración inminente del mercado de la telefonía móvil, hasta la propia sucesión de Steve Ballmer, CEO de Microsoft y que anunció su retirada hace apenas unos días, o la evaluación del precio pagado por Microsoft por el negocio de Nokia y las expectativas sobre los títulos de ambas compañías. Intentaremos, no obstante, hacer un esfuerzo de síntesis, sin perjuicio de posteriores reflexiones sobre tan apasionante operación.
Nokia ha sido durante su historia uno de esos rarísimos ejemplos de compañía capaz de reinventarse por completo desde que fue fundada en 1865 como planta de producción de papel. En más de un siglo, la compañía finlandesa fue cambiando de actividad (generación de electricidad, compuestos de caucho, electrónica…) hasta enfocarse en el segmento de las telecomunicaciones y la electrónica de consumo y llegar a ser, hace apenas una década, el líder mundial en teléfonos móviles. Una trayectoria impresionante para una empresa de un país tan pequeño como Finlandia.
Sin embargo, los últimos diez años han sido cualquier cosa menos fáciles. Tal como el propio Elop cuenta en su memorándum, Nokia no supo adaptarse a los cambios que han transformado el sector de la telefonía móvil. Un auténtico ejemplo de cómo dormirse en los laureles. La una vez innovadora compañía, se vio sorprendida por empresas extraordinariamente más ágiles que hicieron foco en aspectos como el diseño y la experiencia (Apple), la segmentación (Blackberry),el desarrollo de plataformas abiertas (Android-Google), el precio (los OEM’s chinos), o la relación calidad-precio (Samsung). En todos estos casos, los competidores fueron mucho más rápidos que Nokia en poner en el mercado productos que batían a los de esta en uno u otro aspecto. Así hasta que el líder mundial vio transformado su coto en la plataforma en llamas del memorándum de Elop.
Por su parte, Microsoft tampoco ha tenido una década tranquila. Sin tantos problemas como la compañía finlandesa, no obstante ha visto por primera vez amenazado su futuro por el tremendo auge de la comunicación móvil y su débil posición en este segmento. Al contrario que otras empresas que han ido surgiendo para hacerle sombra (Google, Apple, Facebook…), en los últimos diez años, Microsoft no ha generado nada realmente disruptivo. A base de músculo financiero y gracias a la rentabilidad de cosechas de otras décadas, Microsoft ha realizado adquisiciones defensivas (Bing, Danger, Kidaro, AQuantive, Skype, Navision, etc…)  para evitar quedarse fuera del partido demasiado rápido.
En febrero de 2011, Microsoft y Nokia anunciaron una alianza estratégica para competir en el nuevo mundo de la telefonía móvil, combinando las capacidades de generación de software de Microsoft con la experiencia en la fabricación de dispositivos y la red comercial de Nokia. Todo respondía a la visión de Stephen Elop, que había comprendido que aquella guerra ya no era, ni volvería a ser, una guerra de dispositivos sino de auténticos ecosistemas de comunicación, tecnología, diseño y software capaces de enamorar a los usuarios. De esta manera Nokia lanzó toda la gama Lumia, al amparo de la tecnología Windows. Por el momento, los resultados son esperanzadores, y al menos han situado a ambas compañías de nuevo en la pugna de la telefonía móvil.
Esta operación sucede en un momento interesante, desde el punto de vista del análisis del valor. Las expectativas son buenas pero aún no se ha terminado de producir el turn-around del negocio de Nokia, por lo que analizar el precio pensando exclusivamente en lo que es hoy, resulta casi imposible. Aquí es evidente que se han pagado por las expectativas y por las sinergias que la gestión conjunta de ambas organizaciones puede producir. Se trata igualmente de una compra defensiva, por parte de Microsoft, pues no hay que olvidar que su posición actual en el negocio de smartphones depende casi en exclusiva de las ventas de Lumia.
Por otra parte, los analistas estiman que Microsoft resuelve también el problema de la sucesión inminente de Steve Ballmer con un recambio de prestigio: Stephen Elop, un directivo sin miedo a reconocer ante el mundo que se encuentra en una plataforma en llamas y tener que decidir si se queda en ella o salta al agua congelada. Como todos ya sabemos, un líder así vale hoy su peso en oro.
Por cierto, según el memorándum de Elop, la elección del hombre de la plataforma fue la de saltar. Y sobrevivió.

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