"It is not the answer that enlightens, but the question."
Eugene Ionesco.

lunes, 31 de marzo de 2014

El extraño caso de la TV local británica (y sus malas perspectivas)

Plataformas digitales, video on demand, televisión Over The Top, Youtube, Netflix, Facebook, Apple TV, Amazon… Estas (y algunas más que iremos conociendo en los próximos años) parecen ser las marcas, empresas y conceptos destinados a transformar el negocio de la televisión, cuyo modelo básico ha sufrido pocos cambios en los últimos 60 años.

Aunque quizá queden todavía algunas dudas sobre el cómo y el cuándo, existen ya pocas voces que no reconozcan el proceso de cambio radical que está sucediendo y las implicaciones a medio plazo que todo esto tendrá para medios, anunciantes y proveedores de contenidos y servicios. La historia, además, nos muestra ya otros ejemplos cercanos sobre el impacto (algunos lo llaman “hundimiento”) en los sectores de la prensa, la música e incluso el cine. Y, en mi modesta opinión, creo que el sector del libro puede estar ya también “a punto de caramelo”…

Por eso, en medio de toda esta gran crisis transformadora, de este cambio de eras y de paradigma en la transmisión de la información y el conocimiento, sorprende de veras el experimento británico de ponerse ahora a lanzar todo un sistema de televisiones locales (como ya comentamos en otro post, en el que relatábamos el incuestionable fracaso español).

Según publica la empresa de play-out Oasys, en una encuesta realizada sobre el conocimiento y el interés del público británico por este plan de canales locales de inminente lanzamiento, sólo un tercio de los hombres y un 17% de mujeres encuestadas sabían de qué les estaban hablando. Por otra parte, y como era fácilmente esperable, la misma encuesta señala que la propensión a ver estos canales se va desplomando a medida que se reduce la edad del grupo encuestado.

Con independencia de las apetencias de la audiencia e, incluso, del proceso de transformación industrial que estamos experimentando (internet killed the tv star), el problema fundamental del modelo de negocio televisivo es que necesita grandes volúmenes de ingresos y, por consiguiente, muchos ojos mirando la tele todos los días, para equilibrar los enormes gastos fijos que supone lanzar un canal y hacerlo competitivo.

En España, no sólo tenemos el ejemplo de esto en el fiasco de la televisión local que ya comentamos, sino también en el déficit permanente de las cadenas públicas autonómicas, en los canales generalistas pequeños como NET, VEO o Intereconomía y, más recientemente, en los fracasos empresariales de Cuatro o La Sexta, incapaces de subsistir por si mismos sin verse obligadas a una fusión que las pusiera al amparo de los grandes operadores, Mediaset y Atresmedia. En definitiva, una cuestión de tamaño.

Como ya dijimos, Gran Bretaña dispone de una economía y un tejido empresarial que ya quisiéramos en España, incluso cuando nos iba bien. Sus niveles de inversión publicitaria tampoco tienen nada que ver con los nuestros y el área del gran Londres tiene más población que algunos países europeos. Por todo ello, y contemplado de forma aislada, pudiera ser que una televisión local en esta zona (como London Live, de inminente lanzamiento) pueda llegar a plantear un modelo de negocio equilibrado.

Sin embargo, esta hipótesis ceteris paribus es demasiado “de laboratorio”. A mí, personalmente, me cuesta ver la necesidad, la conveniencia y el interés en plantear nuevas aventuras en un negocio que parece dirigirse por otros derroteros que poco tienen que ver con los que aquí se manejan.


De momento, las encuestas parecen confirmar el anacronismo de la propuesta.

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