Vamos acostumbrándonos ya a que,
cada cierto tiempo, algún personaje relevante acabe por expresar en público lo
que muchos piensan y pocos se atreven a confesar: que contratar a una mujer en edad fértil es un riesgo para un empresario. ¿Pero qué hay de cierto en esto y
cuál es el origen de esta línea de pensamiento?
En esta ocasión ha sido una mujer
que además es empresaria. Y no una cualquiera, sino nada menos que la
presidenta del Círculo de Empresarios, doña Mónica de Oriol, que a partir de
ahora será criticada, vilipendiada y crucificada en los medios de comunicación
tradicionales y en todas las redes sociales. Lo cierto es que ella se lo ha
buscado: entiendo que a determinado nivel nadie da una conferencia para decir
lo primero que se le pasa por la cabeza.
Dejando aparte la demagogia de
nuevo cuño que Twitter se encargará de magnificar hasta límites insospechados,
las declaraciones de la señora Oriol no son otra cosa que un síntoma de la
grave enfermedad social que aqueja a este país y que, entre otras cosas, nos
lleva a tener las tasas de natalidad más insostenibles del planeta. El sistema
acabará reventando, como todos los actuarios saben, a menos que importemos
inmigrantes de forma constante al estilo de los primeros años de este siglo.
Pero para eso hace falta que se den determinadas condiciones de crecimiento
difíciles de conseguir actualmente.
![]() |
La dinámica demográfica española es económicamente insostenible a menos que pongamos remedios a la raíz de los problemas |
El origen de nuestros males, como
de costumbre, no es uno solo sino más bien un nocivo coctel de circunstancias
entre los que yo destacaría el horario laboral absurdo (sin parangón en Europa)
y la escasez de ayudas reales y servicios sociales a las familias trabajadoras.
Creo firmemente que no es cierto que ese tipo de gasto sea improductivo ni
insostenible. Creo que a nadie se le escapa que si el porcentaje de los
presupuestos públicos destinado a gastos suntuarios, proyectos irrealizables,
propaganda y sobredimensión del sector público (por no hablar de corrupción),
se destinara al apoyo a los padres y
madres trabajadoras (que no solo sacan el país adelante y pagan impuestos, sino
que además fomentan que alguien pueda pagar nuestras pensiones el día de mañana),
es muy probable que el peso que soportan sobre sus espaldas las mujeres que
desean tener hijos y progresar profesionalmente, fuera mucho más liviano y, por
tanto, no pusiera en riesgo su carrera. Además, se crearían unos cuantos
puestos de trabajo, lo que tampoco nos viene mal.
Eso sería intentar atajar la raíz
del mal, que entiendo que sería mucho más efectivo que seguir suministrando
tratamientos paliativos que tan bonito lucen en los discursos y programas
electorales. Me refiero a medidas como las cuotas femeninas o, como sugieren
algunos, obligar a los hombres a compartir las bajas por maternidad a partes
iguales. Por lo que a mí respecta, me encantaría ver un mundo donde si el
consejo de administración de una sociedad está formado por un 100% de mujeres
es porque son las más preparadas para esos puestos y si una familia decide
repartirse la baja maternal, sea porque lo han decidido ellos mismos y no una
ley intrusiva. Y si hablamos ya de cómo nuestros políticos pretenden mejorar nuestros erróneos hábitos horarios cambiando la hora del telediario, nos
podemos hacer una idea de qué podemos esperar al respecto.
Mientras todo esto no se arregle,
efectivamente, habrá muchos (y muchas) que piensen que contratar a madres,
actuales o potenciales, es un lío para un empresario. Y lo peor es que lo
pondrán en práctica de una u otra manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario